viernes, 28 de septiembre de 2007

¿Somos esclavas de nuestro destino?

Muchas veces me pregunto si realmente somos nosotras las que controlamos nuestra vida, o es la vida la que controla lo que somos, las decisiones que tomamos, las cosas que hacemos.
Seguramente, si crecisteis como yo, siendo una fan de las novelas de TVE del calibre de “La Usurpadora” o “La verdad de Laura”, etapa que ahora prefiero mantener al margen de mi existencia, todas tus ilusiones giraban en encontrarte en el momento propicio a Carlos Daniel a la vuelta de la esquina. Entonces, sin hermanas gemelas malvadas ni nada por el estilo, viviríais una preciosa e idílica historia de amor que culminaría con una boda en la que parecerías un merengue y tres churumbeles llamados Luís Mario, Rosaura y Jimena.
“Y fueron felices y comieron perdices”. Todos los cuentos acababan igual, y en todos había alguna princesa pardilla que, o bien se pinchaba con una rueca y se quedaba frita cien años, o se comía la manzana que le ofrecía la mujer menos de fiar y con más pinta de bruja de todo el pueblo. En conclusión, que los cuentos lo único que hacían era supeditar a la mujer a la imagen del príncipe encantador que habitualmente parecía gay.
Y así hemos crecido las de mi generación, y algunas mayores. Viendo como toda mujer necesita un hombre a su lado que la proteja, que la salve de las brujas y de las madrastras… ¿No estaban así sino marcando lo que debía ser de nosotras? ¿No han estado minando nuestras conciencias?
Muchas pensaréis que tal vez estoy exagerando y que si Walt Disney levantara la cabeza (O se le descongelara, todavía no tengo muy claro que pasó con el tío Walt), me mandaría directa al infierno de una patada en mi trasero gay.
La sociedad no está preparada para que el colectivo homosexual se integre. Si no que se lo digan a aquellos que editan las revistas de las vacaciones. El otro día, mi primo mayor y su novia, comentaban que se quería ir de vacaciones a las Islas Canarias, y me estuvieron enseñando una revista que rezaba en su portada: “El mejor destino para las parejas”. Sobre la foto de un hombre muy guapo y una mujer escultural. ¿No se pueden parar a pensar que tal vez los homosexuales se van de vacaciones? ¿Y que leen revistas? ¿O es que acaso piensan que no sabemos leer?
La mayoría de la gente piensa en pareja igual a hombre y mujer, y no se dan cuenta que Pareja es eso: Pareja y nada más.

martes, 18 de septiembre de 2007

¿Está la sociedad realmente “heterizada”?

Está bien, seamos realmente sinceras. En una ciudad pequeña, como es la mía, con diecisiete años y un montón de amigas obsesionadas con que chico van a ligarse en la próxima fiesta organizada por la nueva celebridad del instituto, en muy complicado el siquiera plantearse la posibilidad de ser gay. Porque tú y tu gran autoestima no podrán soportar estar apartado de todo ese mundo genial más conocido como Heterolandia.
Pero ocurre. Porque ser gay, lesbiana, homosexual, tortillera o cualquiera de los cientos y cientos de nombres con los que se puede decir que te van las tías, no es algo que pueda escogerse. No es una decisión que pueda tomarse. Simplemente: Ocurre. Y de repente te sientes aislada de la faz de la tierra, y se te cruzan pensamientos como el por qué de que revistas juveniles den por hecho que todas las chicas que acaban con su revista en las manos son heterosexuales, poniendo esos test de “¿De verdad conectas con tu chico?”, o “Cien consejos para poner a cien al chico que te mola”… ¿Qué pasa?, ¿Es que no conocen el término de “Lesbiana adolescente”? Obviamente, no creo que haya un grupo tan progresista como para filtrar test lésbicos en revistas como la Super Pop. Sería curioso abrir una revista y entre la entrevista a Orlando Bloom y el reportaje de los “chicos mas buenorros de la televisión” encontrarte un cuestionario de “Cómo ligarte a la novia de tu ex novio”. Pero claro, después no tienen reparo en dedicar cinco páginas de una revista cuya media lectora se encuentra entre los doce y los diecisiete años, en el kamasutra indio con ilustraciones a todo color con comentarios del tipo: “En esta posición el chico podrá tocarte las…”
Imaginad por un momento el revuelo que se armaría. Organizaciones religiosas, madres escandalizadas porque alguien ha osado escribir la palabra Homosexual en una revista para adolescentes… Si ellas supieran que hay muchas más de las que se imaginan. Que seguramente la mayoría de las chicas que estén leyendo esto lo sean, y que posiblemente, su hija será una de las que correría a comprarse esa revista de cuestionarios lésbicos, no se escandalizarían al pensar que hoy por hoy, las lesbianas están saliendo a la luz, y cada vez más jóvenes.
Mi nombre es lo que menos importa en esta historia. Mi historia. Simplemente, prefiero compartir con el mundo el hecho de que se puede ser estudiante, adolescente, tener un grupo de amigas hetero, ir a un colegio de monjas, ser lesbiana y seguir viva a pesar de todo. La vida es algo maravilloso.